fondo

domingo, 18 de marzo de 2012

Ya me he comprado una camiseta a rayas, aunque no es un jersey.

Creo que ya llevo un mes en Venezia. La verdad es que los días están pasando demasiado rápido. Al principio porque no hacía nada, ahora no lo sé. Sólo sé que ya es domingo y creo que ya es el quinto domingo que estoy aquí. Sin embargo miro atrás y me parece que no llevo aquí nada, pero miro hacia delante y pienso que aún queda menos.
La verdad es que pensaba que tendría más tiempo para mí, pero al final no paro de hacer lo mismo.
Demasiados detalles que contar que no me apetece contar. Pero puedo asegurar que me río bastante por aquí. Siempre supe que era despistada y torpe, pero aquí sin ninguna duda lo soy al cuadrado. Demasiado, diría. Pero me río. No queda otra.
Ya apenas me lamento. Poco a poco he ido tolerando la ciudad. No tolero aún el ruido de las gaviotas que se arremolinan a las siete de la mañana sobre mi tejado. Las mataría a pedrás. Pero, al menos, sí tolero las campanadas de los (por lo menos) cuatro o cinco campanarios que me rodean. Unos dan las horas a en punto, otros a y cuarto. Otros tocan diez campanadas a las nueve (como ha pasado esta mañana…que me he asustado creyendo que me había dormido). Ya he aprendido a tolerar esta casa en casi ruina. Incluso algunas manías italianas sobre no ducharse todos los días para no gastar en electricidad (porque la caldera es eléctrica). He dejado de pasar frío por casa, aunque no sé si es porque ya es primavera. Pero he empezado a odiar la harina. La harina de la pasta, de la pizza… y la que usan para  cocinar lo que no es pasta y pizza. Que a veces me dan ganas de explicarles que no es para nada necesario. Además mi estómago también empieza a llevarse mal con la harina. Echo de menos el lavavajillas y el microondas todavía. La freidora y el congelador. Echo de menos muchas cosas, pero menos de las que echaba al principio.
Aun no me acostumbro a la universidad. Se me hace pesada y en cualquier momento lucho contra mis ganas de irme otra vez a casa. Clases de cinco horas agotadoras. A veces, diez. Echo de menos la impresora, un papel bueno de croquis y mi escritorio. Echo mucho de menos mi escritorio y las miles de horas que pasaba tras él. Mi espalda también lo echa de menos…ya no sabe ni de qué manera acoplarse a lo que voy usando como mesa.
La tele….mejor no digo nada de la tele. Sólo veo MTV. Aun con los programas de mierda que dan con la esperanza de aprender a hablar inglés además de italiano. Ahora veo un programa de DJ’s en Londres… lo cual, bien.
Pero echo de menos a la gente, aunque parece que no. Se me hace raro cada día hablar menos con vosotros. Echo de menos la WIFI. A veces pienso que quiero volver un día solo para veros. Aunque sea un día y volver. Un día suelto.
Hago cosas que pensaba que no haría o que ya se me habían olvidado hacer. Como cosas que jamás comería (como pasta con atún). Bebo menos café del que me gustaría. Me río de cosas que antes no tenían gracia… No sé. La experiencia Erasmus, supongo.
No sé qué más escribir, en realidad…sólo sé que empiezo a cansarme y que además mi espalda empieza a resentirse de esta postura.  Y deseo que esté caliente ya el agua de la caldera porque empieza a ser tarde para tener el pelo mojado, pero vamos… esto ya es el pan mío de cada día.

Ana

P.D: A los que aún no lo sabéis, sí, estoy en Italia. Lo digo por los mensajes de tuenti y facebook que estoy recibiendo últimamente de varios que de pronto se acuerdan de mí. No utilizo whatsapp…y estoy dejando el twitter por un tiempo. No sé hasta cuándo.
P.D2: ¡Os quiero! ;)